LOS
ZÁRATE - ZARAZÚA (1750-1857)
LOS
OBREGÓN-ZÁRATE (1858-1989)
Nueva
España - México
Este ensayo presenta las
primicias de un estudio histórico-genealógico sobre los Zárate, familia de
terratenientes novohispanos a la luz de la conformación de sus principales
haciendas: San Juan Pan de Arriba o del Bizcocho (Guanajuato) y Santa Catarina
Mártir (San Luis Potosí). El haber revisado escrituras, testamentos, contratos
de arrendamiento, partidas sacramentales, correspondencia y archivos
familiares, nos arrojó una información riquísima, misma que nos ha permitido levantar
la historia de este linaje, hasta hoy desconocido.
La complejidad del
régimen de la propiedad de la tierra durante el virreinato y su convulsión en
el período de nuestras independencias, provocaron a fines del siglo XVIII y
principios del XIX grandes novedades en
las haciendas, no sólo por la presencia de nuevos dueños, sino también por
efectivizarse otras modalidades en la nueva
“composición de tierras”.
La habitualidad del
sistema hipotecario de censos, las vinculaciones a mayorazgos, la fundación de
capellanías y demás legados píos, asentados en vida o en voluntades testamentarias de los
detentores de la tierra, tuvieron un quiebre primero, con la implantación de la
Consolidación de los Vales Reales,[1]
poco después, con el surgimiento de nuevas reglas de corte republicano y
finalmente con la desamortización de las fincas rústicas y urbanas de las corporaciones
civiles y religiosas, (“bienes en manos muertas”) que debilitaron profundamente
las comunidades indígenas y desarticularon
el poder temporal del clero.[2]
Todo ello tuvo como resultado la formación
de los grandes latifundios porfirianos Es en este ámbito histórico, que los
Zárate ingresan al mundo de los terratenientes. La compra-venta, las herencias y enlaces
matrimoniales fortalecen al núcleo familiar.
*
Importantes y antiguos
linajes así como personas de gran valía,
surgieron del lugar de Zárate. Julio de Atienza[3]
dice que eran descendientes de la casa de Ayala. Mogrobejo[4]
comenta que de su antigua y noble casa solar, pasaron a Marquina de Zuya,
Zurbano, Cigoitia, Cuartengo, Ondategui y Amurrio; que otras ramas pasaron a
Vizcaya, fundando solar en Guernica, otras a Guipúzcoa, Galicia, Madrid,
Toledo, Andalucía, Canarias, Colombia, Argentina y Chile. No menciona a la Nueva España, cuyo destino es del que en este
trabajo nos ocuparemos. El nombre del lugar es toponímico y responde las voces sustantivas de Xara/Jara,
es decir, jarales, bosque, etc. y a la de Ate sufijo del euskara que significa,
paso o puerto de montaña, abra, portillo. Se encuentra en el actual municipio
de Zuya en Álava.
No ha lugar en este
ensayo, abundar en el conocimiento de las decenas de personas con sangre de
Zárate, que brillaron en las Armas, en las Letras, en la Administración civil, en el orbe Eclesiástico,
en la Diplomacia, en el Arte, en el Agro, amén de los que vistieron hábitos de Caballeros de Santiago, Calatrava, Alcántara, Jerusalén
etc. o como los que ostentaron títulos nobiliarios como el Marqués
de Montemira.
Sí merecen una breve
mención:
-Sancho Ortiz de Zárate
que firmó en el año de 1353 en Bilbao una tregua entre Oñacinos y Gamboinos.
-Juan Ortiz de Zárate,
tesorero Mayor del Rey en el año de 1420.
-Agustín de Zárate,
(Valladolid 1514- ). Contador del
Consejo de Castilla, cronista a cuya pluma le debemos la Historia y descubrimiento de la Provincia del Perú, cuya primera
edición vio la luz en Amberes en el año
de 1555.[5]
Diego de Zárate, a quién
Carlos V lo hizo “Caballero dorado “en 1530.
-Francisco López de
Zárate, (Logroño 1580-Madrid 1658) poeta y dramaturgo del siglo de oro español.
-Juan Ortiz de Zárate (Orduña,
Vizcaya c.1515- Asunción del Paraguay 26 de enero de 1576) Tercer adelantado
del Río de la Plata, y fundador de innumerables linajes de la Argentina, Paraguay, y Bolivia.
-Francisco Enciso
Zárate, eximio literato del el siglo XVI español.
-Alonso de Zárate (Ciudad
de México c 1635- ¿San Miguel el Grande c.1700?) Pintor
de la escuela tenebrista novohispana, maestro examinador y veedor,
convocado por Francisco de Florencia para la primera inspección de la venerada
imagen de la Virgen de Guadalupe del Tepeyac.
-Don Pedro José de
Zárate Navia y Bolaños, Caballero de la Orden de Santiago, Teniente Coronel del
Regimiento de Batavia en Lima; se le concedió el marquesado de Montemira, el 21
de nov. De 1775. (Real Despacho 7 de marzo de 1778).
-Jesús Zárate, escritor
y diplomático colombiano. Siglo XX.
*
En la Nueva España,
desde muy tempranos años del siglo XVI,
se asentaron con fuerza conquistadora y
pobladora dos núcleos emanados de una o de dos ramas peninsulares de la familia Zárate,
que aún no he podido circunscribir. En efecto, en los territorios del Marquesado
del Valle sitos en Antequera, Oaxaca, resalta uno de éstos
dos linajes con fuerte presencia socioeconómica. El segundo, con similares características en
el ámbito de la Audiencia de México. Registramos varios casos aislados a lo
largo de fines del siglo XVI y principios del XVII en Puebla de los Ángeles, en
Michoacán y en la Audiencia de Nueva Galicia.
Es en pleno siglo XVII,
cuando encontramos a los Zárate, objeto de nuestro estudio,
asentados en un ámbito geográfico que ya desde el siglo XIX se
le atribuía características de vecindad y cercanía: un triángulo territorial,
que tenía su vértice en San Luis Potosí, zona minera, abarcando la Huasteca
potosina y su basa piramidal en el Bajío guanajuatense, región inminentemente
agrícola. Durante el virreinato esta zona dependía tanto política como
eclesiásticamente de diferentes autoridades:
a la Audiencia de México y tímidamente a la Audiencia de Nueva Galicia; al
Obispado de México y sobre todo al de
Michoacán.
El lector avezado
advertirá de inmediato, la dificultad para el investigador, para reunir
información en tan diferentes
repositorios: dos obispados, dos ámbitos
gubernamentales, y por cierto, a lo largo de más de 350 años. Aliviaré al
lector anunciando que se ha contado con el maravilloso eje referencial de dos archivos
familiares que, sin ellos sospecharlo, son interlocutores el uno del otro. A
saber: el Archivo de la Hacienda de San
Juan del Bizcocho o Pan de Arriba en Guanajuato y el de Santa Catarina en Río
Verde de San Luis Potosí. El de San Juan es riquísimo y tiene documentación
desde la segunda mitad del siglo XVI en
adelante. El de Santa Catarina tiene información
mucho más tardía. Los dos nos hablan de la situación en que estaban estas
fincas a fines del siglo XVIII y de cómo pasaron de manos de sus dueños
inmediatamente anteriores, a los Zárate.
Nuestra historia, apoyada
en ambos archivos y alimentada en varios repositorios eclesiásticos y civiles,
comienza en la segunda mitad del siglo
XVII. Consta que para esas fechas, los Guillén, los Hernández, estaban
sólidamente asentados en Santa Catarina de Río Verde (Huasteca potosina) y eran
terratenientes en la zona. Así mismo sabemos que los Zarazúa, los Zárate y los
Pérez de la Serna, gozaban de importante posición socioeconómica en San Luis de
la Paz. Simultáneamente en San Miguel el Grande (Allende), centro neurálgico
del Bajío también los mismos Zárate, otra rama de los Guillén, los Alday, y los
de la Canal, eran detentores de la tierra. Los grupos familiares enunciados, se entrelazaron,
tanto por enlaces matrimoniales y herencias como por tratos comerciales, dando
como resultado la hegemonía propietaria de los Zárate- Zarazúa. Este corolario
ha sido el fruto de un detallado análisis genealógico de los linajes
mencionados, enmarcados en su contexto histórico de la Nueva España virreinal y
del flamante México independiente.
Como es bien sabido las
grandes propiedades territoriales de la época, simiente de las futuras
haciendas, habían surgido de las mercedes reales que otorgó la corona española
en beneficio de conquistadores y pobladores, quiénes a su vez las incrementaron
con la compra o apropiación legítima o
no de éstas. Estas regalías fueron languideciendo a principio de siglo XVII, y dieron
lugar a lo que se llamó “Composición de tierras”, manera que implementó la Corona,
para homologar, legitimar y escriturar títulos de propiedad, mediante un pago,
ya fuese para la Armada de Barlovento o cualquier otra urgencia en el Imperio. El
uso del agua y la propiedad de la tierra, con o sin solución de continuidad,
quedaba en manos de estos nuevos terratenientes que así habían arreglado su
propiedad. Dichas “Composiciones” hicieron tanto civiles como eclesiásticos (con
o sin testaferros).[6]
Algunas modalidades en la tenencia de la tierra fueron acentuándose con el paso de los
tiempos. La fundación de mayorazgos y vinculación de fincas a ellos fue
habitual; parte de San Juan Pan de Arriba quedó temporalmente vinculada al de Rincón
Gallardo[7]
(mediados de siglo XVII); aumentaron los enlaces matrimoniales que duplicaban la fuerza
del patrimonio; en el caso de Santa Catarina, casándose los Hernández con los
Guillén y los Zárate con los Zarazúa
(mediados de siglo XVIII); o introduciendo las propiedades al sistema de censo,
para acrecentar el capital o en caso contrario, para conservar el bien que
presentara precariedad en la producción o la liquidez; esto aconteció en ambas haciendas desde finales del siglo XVIII.
Importante catarsis
provocó en la tenencia de la propiedad,
la promulgación del Real Decreto del 28
de noviembre de 1804 que anunciaba la aplicación de la Consolidación de los
Vales Reales, es decir cobrar y extraer dinero líquido para usos de la Corona,
quién pagaría el 5 % de interés a los bienes
afectados, es decir sería como un pago
forzoso del crédito que gozaban del estado. Antiguos dueños,
ante la imposibilidad de pagar sus deudas o de consolidar sus censos, tuvieron
que rematar sus propiedades. Varios especialistas han visto en ello una de las causas
inmediatas de las revoluciones de independencia en Hispanoamérica.[8]
Los Zárate, en el umbral
del siglo XIX tenían cierta holgura económica y absorbieron algunas deudas como
anticipo de compra y consiguieron el arrendamiento de San Juan Pan de Arriba,
circunstancia que lo colocó en una situación privilegiada que les permitió,
finalmente tener prioridad para la compra de dicha finca y escriturarla en
1849. Santa Catarina, como veremos llegó
a sus manos por el conveniente enlace de
don Lucas Hernández Álvarez Guillén, alrededor de 1798,[9]
con doña Bárbara A. Joaquina de Zarate Zarazúa.[10]
Don Lucas era sobrino y único heredero de doña Eugenia Hernández,[11] dueña de dicha hacienda.
Como eslabón de este
linaje, en los años de la Revolución de Independencia, nos encontramos el
capitán José Ignacio Pérez de Zarate,[12]
quién muy probablemente nació en San Luis de la Paz el 24 de diciembre de 1783
y casó con Francisca de Paula Guillén Amador.[13]
Éste estaba abocado de lleno en la administración
de San Juan Pan de Arriba (del Bizcocho) cuyos fraccionarios dueños a quién él
les iba comprando, eran los Alday, los de la Canal y los padres del Oratorio de San Felipe Neri en San
Miguel Allende. La explotaba agrícolamente y fomentaba el ganado vacuno. No
sería peregrino afirmar que en este momento, la casta de estos toros que forjaría
la futura ganadería de lidia, se dejaba entrever. Hay firme tradición de que el
cura Miguel Hidalgo y Costilla, gustaba de ir a torear toros broncos
(bravos) en San Juan.
Simultáneamente, su tía carnal doña Bárbara de
Zárate y Zarazúa, viuda de Lucas Hernández, heredaba por testamento (27 de noviembre de 1809) de su tía política doña
Eugenia Hernández la mitad de la hacienda de Santa Catarina;[14]
la otra mitad estaba adjudicada a pequeños herederos o copropietarios (uno de
ellos era María Ignacia Zárate Zarazúa.) y destinada, amen de cumplir con las
cargas pías habituales, a pagar el censo que pendía sobre la hacienda en
favor de los padres franciscanos de la ciudad de San Luis Potosí.. Culminó la
presencia y dominio familiar de los Zárate, pues en el mismo testamento se designaba a José Ignacio como tutor de María Trinidad Hernández Zárate,
su prima hermana y única heredera de la hacienda. En añadidura, el Bachiller
José Joaquín Ignacio Zárate Zarazúa, misionero de la Santa Cruzada en los
extramuros de San Luis Potosí, hermano de doña Bárbara, quedó como uno de los
dos albaceas testamentarios.
Las vertiginosas páginas
de la historia de nuestro flamante México independiente, influyeron
directamente en nuestros Zárate. Doña Bárbara de Zárate, a finales de 1828, después de haber logrado pagar censos, mandas
y cumplir con los pequeños beneficiados
del testamento de doña Eugenia Hernández, para apropiarse de la totalidad de
Santa Catarina sufrió flagrante confiscación de ésta: Por orden del
Gobierno Superior, (instrumentado por el gobierno del estado de San Luis
Potosí) a causa de haber sido la mitad
de esta hacienda propiedad de obras pías. Los frutos de esta usurpación se
destinarían como la de tantas otras, a
financiar la campaña contra la invasión de Isidro Barradas, general español que
en el verano de 1829 desembarcó en Tampico, procedente de Cuba, auspiciada por
la Corona Española y alentada por algunos anti-independistas dentro del
territorio nacional, para intentar la reconquista de México.[15]
Después de iniciales triunfos, este movimiento
fracasó.
¡Se salvaron la Patria y la hacienda!
Nuestro ya conocido
Capitán José Ignacio Pérez de Zarate,[16]
a la sazón administrador de Santa Catarina (y recordemos sobrino carnal de doña
Bárbara), salió al paso salvando la hacienda, asumiendo la subrogación de la
confiscación, cuestión que le allanará el camino más adelante para heredar
dicha propiedad. A instancias de las partes interesadas, se levantó en el año
de 1830 un minucioso inventario para lograr una “equitativa” partición y amojonamiento
de la finca. Además, como por el
testamento de doña Eugenia Hernández Guillén, había sido nombrado tutor de
María de Trinidad Hernández Zárate, única hija de don Lucas Hernández y de doña
Bárbara, por lo tanto heredera universal de Santa Catarina, comenzó a administrar sus bienes. Para el buen
destino de este linaje, María Trinidad
ingreso en un convento de ¿clarisas? en la ciudad de Celaya. Desconozco
aún con cuánto finiquitó los bienes heredados de María Trinidad y sobre todos
los derechos que la congregación pudiera demandarle, pero no he encontrado rastro
de reclamo alguno. Quizá murió antes de tomar hábito.
Tras la muerte de doña
Bárbara[17]
y el ingreso de María Trinidad al convento
quedó José Ignacio como heredero de gran parte de Santa Catarina, con
dudosos lindes.[18] A
éste también muy pronto le encontró la muerte, que le acaeció antes de poder
escriturar su otra finca: San Juan Pan de Arriba.[19]
Al frente de estas dos grandes e inconclusas propiedades y en medio de los
avatares políticos del 1840, quedaron su viuda, doña Paula Guillén y su hijo
Juan Nepomuceno Zárate y Guillén[20].
Éste había casado con Gertrudis Martínez en el año de 1838. Doña Paula y su
consuegro Vicente Martínez aunaron sus vigorosos esfuerzos administrando,
consolidando, e incrementando la propiedad. Con miras a un mejor conocimiento
de ésta y antes de obtener la escritura, que le daría la total posesión de la
finca al heredero en turno, el anunciado Juan Nepomuceno, hicieron levantar un
exhaustivo inventario de San Juan en el
año de 1840. Éste, junto con el de Santa Catarina del año 1830, representan
verdaderas joyas para el estudio y aprecio de lo que eran estas haciendas.[21]
Hacemos hincapié en que el primero se levantó con miras a la elaboración de la
escritura definitiva que se efectuaría en 1849,[22]
y el segundo para protegerse de una mayor confiscación por parte del gobierno.
Poco antes de alcanzar
esta meta tan acariciada, Juan Nepomuceno
había fortalecido al erario
familiar con una tercera finca aledaña de San Juan, llamada “San Joaquín del Salitre”.
Con ello cumplió el sueño de su padre quién habría iniciado su compra en la
década de 1830. Liquidó hipotecas, saldó réditos vencidos y obtuvo escritura el
12 de julio de 1848, dejando una mínima hipoteca.[23]
Al poco tiempo murió la recia doña Paula, el alma de estas haciendas cerca de
los 60 años. También el nuevo heredero
sufrió un prematuro fallecimiento.[24]
Estas dos muertes marcaron un hito en la infancia de los futuros
herederos: doña Marianita y don Gumersindo Zárate Martínez.[25]
A la orfandad paterna se sumó la ausencia materna pues doña Gertrudis[26]
su madre, radicaba en San Luis Potosí donde se ocupaba en quehaceres
comerciales. Fue imprescindible y así se instrumentó con los elementos
judiciales pertinentes, (partidas de bautizo y aceptación de los menores) que recayese en el abuelo materno don Vicente Martínez,
la tutoría de sus dos nietos. Esto sucedía el 14 de enero de 1855.[27]
Buen tutor y esmerado
administrador fue el abuelo. Mantiene precariamente la parte edilicia del
casco, mantiene las viejas represas, las trojes, la fábrica de vino de mezcal,
el molino y la huerta. Hacen tratos él,
como primer albacea y su hija como
segunda albacea con aparceros, y arriendan
San Juan. Mantiene la casa en el pueblo de San Diego Pan de Abajo. Esto sucedía en los primeros años de la
década de 1850. La fortuna no le sonrió: le robó madera el arrendatario;
las malas cosechas y la baja de los precios
del maíz y del frijol, lo empobrecieron al punto de no tener liquidez y tener
que pedir préstamos y endeudarse. Tampoco la tuvo fácil regenteando la mitad de
Santa Catarina, contemporizando con Ramón Adame, viejo amigo y apoderado de los
Zárate, quién en abuso de confianza, usando
de su fuerza política, antes y después de ser gobernador del estado de San Luis
Potosí, se había apropiado ilegalmente de más de la mitad de la hacienda de Santa Catarina.
Corría así el año del Señor de 1856, cuando procedente de Santander, ingresa en nuestra historia
Francisco Manuel Obregón Pérez,[28]
de familias de “vecinos y del comercio de Villapresente” y de hacendados en
Santillana del Mar.[29]
No fue el primer Obregón de esta familia montañesa que vino a México, primos y
tíos lo habían antecedido pero no consta que ellos lo hayan presentado a la
familia Zárate, ni al endeudado abuelo de
Marianita. Sí, tenía conocidos en Santa María del Río, importante pueblo
cerca de ambas haciendas, adonde pudo escuchar y conocer la situación de éstas.
Tuvo que haber venido con una cierta
liquidez o mucho donaire y soltura, pues en poco tiempo, el 16 de octubre de
1857[30]
llevaba al altar a Marianita, en la iglesia del pueblo de San Nicolás Tolentino, jurisdicción
parroquial a la que pertenecía Santa Catarina. El 18 de julio de 1859 liquida
ante la testamentaría Zárate los trescientos pesos que adeudaba su suegro,[31]
mismo que el 28 de junio de 1860, le traslada tutoría que tenía sobre
Gumersindo.
Estos
acontecimientos marcan un punto de
inflexión en la consolidación de las propiedades: don Franco, como así se le
conocía, con vigor, juventud y grandes dotes de administración, no sólo liquidó
las deudas, sino que incrementó considerablemente las estancias, sobre todo la
de San Juan, reconstruyó cascos, inició las obras de una enorme presa “San Franco”, recuperó y restauro las dos antiguas, que ya existían: Santa Ana y
Belem, circunscribió el estanque de San Javier, canalizó los “ojos de Agua”,
reconstruyó las antiguas trojes: José,
Jesús y María, construyó nuevas, remozó la fábrica de vino y el molino, inició
la construcción de la barda de la huerta. Hizo potreros para implementarla cría
del ganado bravo. La era dorada de estas fincas había llegado.
Finiquita los litigios
que pendían sobre Santa Catarina, pactando con los abogados de Ramón Adame,
para deslindar y amojonar con toda claridad la propiedad. Suscribe la escritura
definitiva de San Joaquín del Salitre[32]
ante Manuel Arreola, escribano de la
ciudad de México el 10 de septiembre de 1871.[33]
Con el riego, la bonanza agrícola salta
a la vista. La ganadería crece cada día más. Fortalece el capital con giros
financieros. Formó una sociedad agrícola
en Santa María del Río, compró el rancho
de los Ojuelos en el estado de
Guanajuato y fincas urbanas en la ciudad de México. Arregla de manera muy
inteligente el ¨uso del agua” cediéndole
un surtidor de ésta al pueblo de San Diego Pan de Abajo (hoy de la Unión).
El ámbito familiar, no
era menos promisorio, después de casi treinta años de feliz matrimonio, con la
consecuente formación de la familia Obregón- Zárate, habían nacido y crecido tres
futuros herederos: Amado,[34]Lauro[35]
y Gonzalo.[36] No
hay felicidad completa y en el
año de 1885, Mariana enfermaba gravemente. Testó el 7 de julio 1885.[37]
Si bien la cuantiosa herencia de los Zárate y los bienes que había añadido don
Franco al erario familiar estaban prácticamente mancomunados, con la última voluntad testamentaria de doña Mariana quedaban indivisos e
inajenables por ocho años a partir de su
fallecimiento. Los herederos universales de todos los bienes, sus hijos y su
marido, (este último con el aumento del quinto), deberían quedar unidos salvo situaciones
extraordinarias. Así se lo indicaba a su primer albacea, su
hijo Lauro y a su segundo albacea, su marido.
Dicha voluntad se
cumplió por muy poco tiempo. Antes de la muerte de la testadora en noviembre 9
de noviembre de 1885 se formó la “Sociedad Obregón e hijos”. Tras la muerte de
doña Marianita, acaecida el 15 de enero de 1886, la testamentaría se radicó en
Guanajuato y se promovió la división de bienes. El 4 de septiembre de 1888, en
la ciudad de México, ante el notario Vicente P. de Velasco quedaron asentadas
las bases del nuevo acuerdo. Se disolvió
definitivamente la “Sociedad de Obregón
e hijos” y se escrituró un nuevo acuerdo entre el viudo y sus hijos donde se
repartían la administración de los bienes, sin dividir. Se conformó una nueva
sociedad que se llamó “Lauro Obregón y hermanos” en razón de quien sería el
gerente de esta nueva sociedad.
Intuimos que uno de los
motivos extraordinarios a contemplar para hacer esta nueva sociedad eran las nuevas
nupcias que contraería el viudo con doña Soledad Gonzáles Rufo, dama perteneciente a muy distinguidas familias
estancieras de la Paz, Baja California. Para la buena fortuna de éstos
herederos, a pesar del consabido dolor, don Franco murió repentinamente de un
ataque de aneurisma en la ciudad de Guadalajara,[38]
dejando a su flamante esposa, viuda con hijo prácticamente póstumo: “Franquito”
que murió párvulo. Únicos herederos, de
esta riqueza, quedaban los tres hermanos Obregón Zárate. Cabe aclarar que Gumersindo coheredero de Marianita en muchos
de los bienes, tuvo un hijo natural,
Eduardo García que tampoco tuvo sucesión. La parte de su haber hereditario se
la legó a su sobrino Lauro.
Muy jóvenes eran los
hermanos Obregón Zárate cuando heredaron. Amado de treinta y un años, había
casado en el 28 de julio de 1886 en la iglesia de San Miguel Arcángel de la
ciudad de México con Elena Escalante Gómez de la Casa. Lauro, médico cirujano,
había casado el 27 de octubre de 1887 también la ciudad de México en el
Sagrario metropolitano con doña María Santacilia Juárez, nieta de don Benito
Juárez. José Hilario Gonzalo había casado con Matilde Leal, era abogado y
residía en la ciudad de Guanajuato. Sabemos que la relación con su madrastra
fue buena en especial con la rama Obregón Santacilia.[39]
Aún desconozco si don
Franco hizo o no testamento, pero por la puntillosa escritura que asentó con
sus hijos el 4 de septiembre de 1888 me inclino a creer que el sentía estaba
todo ordenado para un futuro inmediato, y que jamás sospecho que la muerte lo
sorprendería a los 57 años y de manera repentina. Si hubo testamento y en algo
modificó la distribución de la masa hereditaria, fue muy superficial. Don Lauro, ya había sido distinguido por su madre como primer albacea,
su padre le ratificó su confianza haciéndolo Socio Gerente. Gonzalo administraría
San Juan, y Amado Santa Catarina. Ambos bajo la dirección de Lauro. Este último
a raíz de la muerte de su padre tuvo que dejar su profesión de médico cirujano
y dedicarse completamente a la administración de las haciendas. Pocos años
después los herederos se dividieron las
haciendas. Gonzalo y Amado perdieron Santa Catarina, que pasó de manera
casi inmediata a sus actuales dueños los
Marti Cabrera.
A Lauro y a María les
debemos la cuidadosa dedicación e
incremento de San Juan y del Salitre. Heredaron
a sus hijos, dividiendo aún más la masa
de los bienes. Unos heredaron, campo, otros fincas urbanas. De los hermanos
Obregón Santacilia enunciamos a: María casada con Ángel de Lascurain y Osio
pionero de la aviación mexicana abuelos de la que escribe; a Carlos eximio
representante de la arquitectura mexicana; a Luis, siguiente eslabón de esta
cadena.
Luis nació el 24 de agosto de 1900[40]
en la ciudad de México. Se educó en los Estados Unidos y al volver, encontró la
hacienda a la deriva. Logró detener la mala administración y despilfarro de sus
hermanos mayores. Salvó la hacienda y pagó a sus hermanos, lo que aún les
pertenecía. Tomó las riendas, la cuidó valientemente durante la Revolución. A
partir de 1918 comenzó a formar lo que sería la famosa ganadería de lidia
“Santacilia” que desde 1944 en adelante fue modelo de otras varias, (hoy en día
casi extinguida).La agricultura llegó a plenitud; la restauración y
conservación edilicia, fueron de primer nivel. La abundancia y hospitalidad no
tuvieron parangón. Tuvo 5 hijos con María
de la Luz Mendoza. Viudo, casó con Enriqueta Regil Pinales, en San Luis Potosí,
el 29 de noviembre de 1941. Única hija de este matrimonio fue Enriqueta Obregón
Regil quién casó con Miguel Cortina Murguía en la capilla de la hacienda el 10
de septiembre de 1967.
Salvó don Luis la hacienda del despilfarro de sus
hermanos, de la Revolución, pero no de la Reforma Agraria. Presionado por ésta,
entregó a varios campesinos parcelas de doce hectáreas cada una y dividió la
propiedad de la hacienda entre sus herederos. Hoy en día la trabajan fragmentariamente los Cortina Obregón y los Obregón Mendoza.
Sic
transit gloria mundi
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formación de la hacienda en la época colonial. México, Universidad Nacional Autónoma de
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[1] Real Decreto de 28 de noviembre de 1804
[2] Ley de Desamortización, también se le conoce como Ley Lerdo y la
promulgó Ignacio Comonfort el 25 de junio de 1856, siendo presidente sustituto
de la República mexicana.
[3] Atienza Julio, Diccionario
Nobiliario
[4] Mogrobejo, Endika et alius
Blasones y Linajes de Euskalerria
[5] Ver entre los valiosos
estudios de Teodoro Hampe, el publicado
en Caravelle
[6] Gisela Von Wobeser, La
formación de la hacienda en la época colonial. El uso de la tierra y el agua.
[7] Dueños de la famosa hacienda Ciénega de Mata en el actual estado de
Aguascalientes.
[8] Ver Gisela Von Wobeser en Dominación
Colonial y Guadalupe Jiménez
Codinach,
[9] Nacido en Santa Catarina c.
y con testamento en febrero de 1809 Ver el excelente trabajo inédito de María
Isabel Monroy Miranda. (Una copia obra en el archivo familiar).
[10] Bautizada en la parroquia de
San Luis rey de Francia, en San Luis de
la Paz, el 5 de diciembre de 1761.
[11] Natural de Santa Catarina y
dueña de su finca; nació c. 1736 y fue
bautizada en la iglesia de Santa Isabel,
Armadillo de los Infantes, (Río verde). Testó en San Luis Potosí, ante el Escribano Real Antonio María Suárez el
27 de noviembre de 1809 a la edad de 73
años. Hija legítima de Nicolás Hernández y de María Micaela Gertrudis Guillén
Rodriguez que había sido bautizada el 7
de octubre de 1706, en la Iglesia de Santa Isabel, Armadillo de los Infantes.
[12] Nieto de Agustín de Zárate natural de San Miguel el Grande y de
María Bárbara Rafaela Zarazúa natural de San Luis de la Paz, m. en la
parroquia de San Luis Rey de Francia en
San Luis de Paz el 21 de febrero
de 1751; Libro VIII de asientos de
paridas de casamientos, que empieza el día 10 de junio de 1748. P. 64 v y 65 f.
María Barbara Rafaela Zarazúa Arvizu,
había sido bautizada en la parroquia de San Luis Rey de Francia de San Luis de la Paz el 27 de agosto de 1733. Bisnieto de
Francisco de Zarate de doña Ines de Velasco, vecinos de San Miguel el Grande.
[13] De los Guillén de San Miguel. Era hija de Teodoro Guillén y de María
Feliciana Amador, fue bautizada en la
parroquia de San Miguel Arcángel, de San Miguel el Grande, el 24 de abril de
1786.
[14] El testamento de doña
Eugenia y las escrituras de los
albaceas, por la multiplicidad de intereses encontrados que se suscitaron, fue
varias veces trasladados. Copia, clara y en buen estado de estos documentos la
encontramos en los registros de Antonio María Suarez depositados en Archivo Histórico del Estado de San Luis
Potosí.
[15] Gobernaba a la sazón la república mexicana, Vicente Guerrero.
[16] Creemos, aún sin poder probarlo que era hijo prematrimonial de Rosa
Agustina de Zárate Zarazúa, b. 28 de agosto de 1757 en San Luis Rey, San Luis
de la Paz, y de Joaquín Nicolás Pérez de la Serna, b. en la parroquia de San
Luis Rey, el 15 de octubre de 1756,
quiénes contrajeron matrimonio en la Parroquia de San Luis Rey en San Luis de
la Paz el 3 de septiembre de 1786. La
otra posibilidad es que fuera hijo natural de María Ignacia de la Trinidad de
Zárate Zarazúa b. 26 febrero 1755 en San
Luis Rey San Luis de la Paz y del
Capitán José Miguel Pérez de la Serna.
[17] C. 1835.
[18] Litigio que solucionarán sus herederos en la segunda mitad del
siglo XIX.
[19] Murió circa 1838.
[20] Nació circa 1810.
[21] Obran en el archivo familiar sendas copias.
[22] Ante Miguel Caballero
Estrada, Escribano de San Miguel Allende. Hoy en el Archivo de Protocolos del Estado
de Guanajuato.
[23] Que canceló su yerno don
Franco Obregón obteniendo escritura
definitiva en 1871.
[24] Murió a finales de 1850 con
poco más de 40 años.
[25] Ambos naturales de Santa Catarina.
Nació Marianita el 24 de agosto de 1839
y fue bautizada en la en la capilla de la hacienda dependiente de la
parroquia Santa Isabel Armadillo de los Infantes. Gumersindo también fue bautizado en la misma
capilla, 8 días después de su nacimiento
que ocurrió el 30 de enero de 1841.
[26] Muere alrededor de 1860.
[27] Firmaron copias para las partes interesadas, el Licenciado José
Manuel Patiño y demás testigos del Juzgado del Municipio de la Villa de San Nicolás Tolentino, Partido de
Guadalcázar. Archivo familiar.
[28] Nuestra Señora de la Consolación,
Torrelavega Libro de Bautizados que dio
principio el 7 de mayo de 1830 en el folio 28 vuelta y siguiente está
asentada la partida de bautizo el día 17 de diciembre de 1831. Francisco
Manuel (Don Franco) murió en Guadalajara el 10 de diciembre de 1889 y sus restos fueron
trasladados a San Juan para ser inhumado en la capilla de la hacienda.
[29] Noticias extraídas de la partida de bautizo de Adela Obregón Pérez,
hermana menor de Don Franco: Parroquia de la Consolación en Torrelavega, 21
enero de 1842 Libro de Bautizados que dio principio el 7 de mayo de 1830.
[30] Parroquia de San Nicolás Tolentino,
Libro de matrimonios que va de 1842 a 1880, p. 92. Fueron sus padrinos
Gumersindo Zárate y Doña Marina
Martínez.
[31] El acreedor era Pioquinto Flores. Archivo familiar.
[32] Propiedad que había sido de los Alday y que como habíamos
adelantado, había iniciado su compra José Ignacio Pérez de Zárate, en la década
de 1830.
[33] Archivo Histórico del estado de San Luis Potosí, Registro de la Propiedad, V. 75.E69
páginas 160 r. 161 v. ante Manuel
de Arreola.
[34] Nació en Río Verde 1858.
[35] Nació en Santa María del Río
26 de diciembre de 1859.
[36] Nació en Santa María del Río y fue bautizado en la iglesia de Santa
María de la Asunción de dicha población el 8 de noviembre de 1861.
[37] Testamento ante el Notario
Vicente de P. Velasco. En la ciudad de México.
[38] Detalles ya citados.
[39] La que escribe fue ahijada de bautizo de doña Soledad.
[40] Bautizado el día 30 de agosto
en la iglesia de San Cosme y Damián, Sagrario Metropolitano, Ciudad de
México.
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